Me alegro de la calumnia porque distrae de la verdad. La verdad duele más que cualquier insulto. No es malo que te malinterpreten, es peor que te comprendan. En nimiedades no nos sorprenden las diferencias de gusto, pero en cuanto se trata de lujuria, empieza el ruido. La maldad es un rasgo significativo. Siempre ha sido el arma de los débiles. Pocas cosas son más estimulantes que la primera fechoría exitosa. La felicidad no consiste en el placer, sino en romper las barreras que uno ha erigido contra el deseo. Casi todas las mujeres castas mueren jóvenes o se vuelven locas, paralizadas, debilitadas en el momento de su sangrado. Por eso, todas tienen un carácter amargo y dominante.